
El fin de semana antes del Día del trabajador, fui a la universidad de Ball State para visitar a unas amigas que están estudiando allí. Me quedé con Beth en su apartamento, jugando a juegos de crucigramas, conociendo a la gente de allí. Él sábado fuimos a una galería de cerámicas para pintar. Ella hizo un plato apoya cucharas y yo pinté un plato para mis padres. Es un secreto hasta las Navidades! La parte más gracioso del fin de semana era la fiesta con helados para dar los bienvenidos a los estudiantes que vivían allí en los apartamentos. El organizador había puesto los helados en la mesa 20 minutos antes de la llegada de la primera persona. Afuera en el sol. Sin refrigeración de ningún tipo. Habría estado bien, normal, si hubieramos tenido cucharas y platos hondos de papel. Pero, solamente tuvimos cucuruchos pequeños y una cuchara grande. Imaginate, la gente intentando trasladar el helado de la caja a su cucurucho chiquitito sin dejar caer gotas de helado derretido en la ropa, el brazo, todo la mano. No aprobé el exámen. Cuando fui a terminar el mío, el último mordisco se me cayó a mis pantalones. Está bien, al menos no había notas. Estaba un poco extraño estar en la ciudad universitaria otra vez, observando la subcultura desde el punto de vista de una persona de afuera. Un mundo donde toda la gente, por lo general, tiene entre 17 y 26 años y si no, están dando clases. Me acuerdo que estar en la universidad era para mi como estar en el limbo, no estaba una niña o jóven viviendo en la casa con mis padres pero a la vez no estaba completamente un adulto. Está bien, hasta el momento, haber pasado por allí y estar al otro lado.
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